
La destreza con el lápiz puede ser importante, no sólo para aquéllos que ven
los dibujos a lápiz como un fin en sí mismos, sino para los pintores –cualquiera que sea el medio que utilicen-, impresores y escultores. Por tanto sería conveniente decir que el lápiz es un medio conveniente y expresivo para desarrollar una composición y para registrar información visual que más tarde podrá traducirse en otro medio.
Los artistas se han visto siempre en la necesidad de utilizar un instrumento conveniente para dibujar, un instrumento de gran flexibilidad de marcas, que permitiera hacer desde gestos amplios y generales a descripciones muy detalladas.
Alberto Durero (1471-1528) utilizaba una varilla metálica hecha de una aleación de plomo y estaño (denominada punta de plata) con la que conseguía dibujos de maravillosa sutileza. Sin embargo, este material presentaba varios inconvenientes, entre ellos la necesidad de una base especial cuya aplicación exigía tiempo y habilidad.El afán de los artistas se fundamentó en la búsqueda de un medio de dibujo más inmediato y versátil. El grafito se descubrió en Bavaria hacia 1400, pero no se había apreciado su potencial en un primer momento.
En 1504 se encontró un yacimiento de grafito puro en Borrowadale, Cumberlan, Inglaterra. Al principio se creyó que era plomo, este material se utilizaba para marcar piedras y de ahí que las primeras referencias como medio de dibujo llamaran a los primeros lápices, lápiz de plomo. Pronto se descubrió que era un mineral diferente, pero hasta 1789 no se le llamó grafito.
El primer lápiz se de grafito se fabricó en 1662; la escasez de este mineral hizo necesario mezclarlo con otros materiales como gomas, resinas o pegamentos para poder aumentar su cantidad. Los primeros sistemas de envoltura consistieron en rodearlo de una cuerda, que se iba desenrollando para descubrir el extremo con el que se dibujaba. Posteriormente se utilizaron unos mangos de metal, llamados portecrayons, semejantes a los modernos portaminas.
En Inglaterra, Faber estableció su fábrica de lápices en 1761, empleando una mezcla de 2 partes de grafito con 1 de azufre. En el siglo XVIII Napoleón, molesto por tener que importar los ingredientes, pidió a Conté que desarrollara un sustitutivo. El resultado fue una mezcla de arcilla, grafito, agua y pasta, endurecida en hornos y después introducida en surcos hechos en la madera. Este fue el antecesor del lápiz moderno.
Los primeros dibujos a lápiz manifiestan las principales características del silverpoint o punta de plata. Estas obras consisten generalmente en imágenes tonales, dibujadas del natural, empleando una serie de líneas finas, una junto a otra, que producen un tono general, infinitamente variable. Van Eyck (activo de 1422-1441), Botticelli (1445-1510), Leonardo (1452-1519) y Durero, emplearon la punta de plata de este modo.
Cuando el verdadero lápiz comenzó a difundirse se comprobó que sus posibilidades eran mucho mayores. A través de los siglos los artistas lo han empleado de innumerables maneras. Nótense las diferencias entre las obras a lápiz de Schiele (1890-1918), Ingres (1780-1867) y Augustus John (1878-1961). Compárense con los discretos apuntes de Degas (1834-1917), la energía de Paul Hogarth, los reflexivos estudios de los Pre-Rafaelistas y la delicada línea del prolífico David Hockney.
Cualquier definición del dibujo a lápiz resultará, probablemente, inadecuada, ya que debe incluir muchas concepciones diferentes: desde una descripción tonal sumamente elaborada de un tema concreto, hasta una <
El Dibujo de línea pura es la modalidad más difícil de todas: el artista debe resolver los colores, tonos y texturas de su tema en unas pocas líneas. Los maestros de esta técnica –entre ellos Matisse (1869-1954), Gaudier-Brzeska (1891-1915) y Hockney_, trasmiten
una rara emoción y todo el que pretenda dibujar bien debe estudiarlos.
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